Descripción
Ante el prejuicio, fuertemente arraigado en la teoría de la danza moderna, de una presunta antinomia entre danza y pensamiento abstracto, este libro analiza cómo se fragua un imaginario dinámico en la genealogía misma de la filosofía occidental y cómo ha sido posible concebir la danza como un residuo de un pensamiento teológico secularizado que llegó a dictar la construcción de un canon filosófico propio. El libro propone al lector tres itinerarios reflexivos: primero, el encuentro artesanal y performativo entre danza y artes plásticas; el segundo, la relación controvertida entre danza y música, y, el tercero, el vínculo sutil entre danza y literatura.
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